jueves, septiembre 29, 2005

Batalla del movimiento

Episodio I: Hace breve, en medio de una de esas charlas sobre modulares (o las cosas que los llenan) le comente a mi amigo Panoxx que nunca me había gustado mucho comprar action figures (muñecos, que tanto). Le dije: “Prefiero comprar comics con esa plata.”. Y como ese Yoda que suele ser me respondió solo que sin decirlo al revés: “Podes comprarte los dos”. Me reí. Seguimos nuestra bittergeek symphony y yada yada yada (not that kind of yada. Not that´s anything wrong with that!)
Episodio II: Mi reciente, si uno piensa la brevedad como un plazo de tres semanas, trabajo como clerk me hizo detestar a un sujeto que venia cayéndome de mal a peor: Alex Ross. ¿Quién es Ross? Ross es un pintor, un portadista de historietas y acorde a otras gentes del mundo de los tebeos, la novena maravilla (la octava fue, a mi enteder, la existencia de Will Eisner).

En 1994, Ross dio su gran golpe y fue descubierto por varios de nos con la miniserie Marvels (junto con el escriba Kurt Busiek, el Billy Wilder de las historietas de superhéroes). El estilo de Ross estaba conformado por un hiperrealismo de índole bíblica que, en el caso de Marvels, entraba como anillo al dedo de Green Lantern: su registro fotográfico lograba trasladar a una especie de limbo “real” a imágenes clásicas de la Marvel Age (los orígenes sesentosos de Spiderman, X-men y compañía marvel). En ese revisitar, reescribir y refreír esas imágenes lograba algo nuevo: Ross y Busiek convertían a un par de noticias de ayer en algo ajeno al tiempo (no así a la memoria) y ahí estaba la fuerza de Marvels.


El tiempo siguió y Ross pinta que te pinta le tatuó al comic de superhéroes una impronta de seriedad, de solemnidad, de “somos un arte”. ¿Cómo puede hacer eso un solo tipo si solo hizo portadas, algún Kindom Come –una serie sobre un futuro oscuro y violento donde Superman es Jesús casi, igual esta buena- y más portadas?
El problema es que en lugar de que ese espíritu de seriedad (que dio las ideas que generarían obras casi enciclopédicas que resumen la historia del universo Marvel como la genial Earth X) se limitara a ser una opción, geeks y editores varios lo convirtieron en el ultimo gran héroe del comic y todo comenzó a apestar a Ross. El pintor ama a los superhéroes pero no tanto como el cree, ya que si así fuera su estilo tan pomposo, tan capillasixtinesca, no tendría porque barrer, paleta de colores calidos mediante, con el encanto de índole colorinche, chillona y anárquica de los hombres y mujeres en calzas, capas, alas y escamas. Es decir, Ross cree que los superhéroes son un arte de la misma forma que un Testigo de Jehová cree en Dios: no puede quedarse solo en su universo y necesita tocarle el timbre a cualquier género y a cualquier época para así poder taladrar con sus imágenes/discursos unilaterales sobre las ventajas de “ser un arte”. Sus obras solo admiten el “Guoooooooooooo, parece de verdad” como reacción”.
Una idea original de Julie...

Ese gran hombre y editor que respondía al nombre de Julie Schwartz nos enseño allá por los grandes 60 y 70 de la DC comics, un universo camp como pocos, que la respuesta que debía generar la portada de un comic era de incertidumbre, de querer averiguar que pasaba en sus páginas, nunca de pasividad sino de activa ironía, de amor, de locura y todas esas cosas que puede generar la imagen de un hombre halcón enfrentando a un gorila. O la de Superman vencido por un quaterback fantasma o la de Batman y otros supertipos atacados por sus propias armas.

hecha por Alex Ross

El aspecto seriote de Ross y su sequito lleva, a fuerza de ventas, a que el megaevento de este año de la DC, Infinite Crisis, utilice de piedra de mechero la muerte de un personaje como Blue Beetle (un sujeto creado hace tiempo por el mejor dibujante que Spiderman haya tensado: Steve Ditko). BB fue una pieza clave de la comedia de superhéroes (una parte que suele ser olvidada y es esencial del género, algo que Julie sabía) allá por los 80 en la serie Justice League. Una muerte por un dólar. Una falta de respeto hacia la ligereza, un patada en las pelotas de una inocencia (que en realidad era un autoconciencia que transpiraba ideas pero que no resistía balas/eventos) y un cross de derecha –en todo sentido- dirigido a un personaje que supo respirar vida y que murió travistiéndose de todo eso que Ross diseña. La portadas de Ross adquieren un aspecto institucional y así se pierde la libertad de los colores que cuesta mirar un rato largo porque encandilan, de las formas que quiebran lo antromórfico junto con sus reglas y del orgullo de jamás camuflarse de tridimensión. Muerto Julie, los aburridos se divierten.
Plasticman por Ross, hace un par de años

Episodio III: Es tan de molde el estilo de Ross que el lugar donde mejor funciona es fuera de los comics: en las figuras de acción. Superman se convierte en un momento dado, en un plástico al alcance de la mano y así deja de ser estampita para convertirse en la versión pop de las estatuas de los santos. Eso demuestra la consecuente voluntad de Ross de quebrar la página, de excederla (Frank Quietly en W3 llevo a cabo una lección de cómo jugar con la narrativa de la historieta al lograr darle relieve a la viñeta sin que esta pierda su planicie) y así es que logra muñecos lindos de ver, cool, zopencamente –sino involutariamente- cancheros. Y, así como así, me entero que saldrá un muñeco de Plastic man –mi personaje favorito- diseñado por Ross, entro a verlo al site de DC y para mi sorpresa me gusta la suficiente como para comprarlo.
El coñemu en cuestion
Pero no tanto pensé después. Ross es un tipo limitado por el registro fotográfico mientras que el actual dibujante y escriba de Plasticman, Kyle Baker, viene del mundo de la animación (participa en el corto del Coyote que pasaban antes de Looney Tunes Back in Action). Baker sabe que un tipo que esta hecho de plástico y que puede adquirir la forma que quiera es alguien que solo puede jugar con las formas, tanto con las suyas, con las del artista como con las de la historieta misma. Trasladar ese personaje y su esencia al plástico real, del que hacen los muñequitos, es imposible de pensarlo. Ya hicieron dos o tres y esos muñecos intentan mostrar ese universo que es el cuerpo de Plastic man en sandeces como el cuello estirado o la mano al cuádruple de su tamaño normal. Un viñeta, solo una, de Plas hecho por Baker
Desde esa imposibilidad que provee el talento (o aunque no se lo admire se puede si apreciar su libertad) de Baker es mucho más fácil observar la potencia concentrada de Ross. Una potencia mucho más pirotécnica que atómica, Ross es capaz de reducir a una invitación a la imaginación como Plastic Man a doce centímetros (que más que seguro compraré) mientras que la elasticidad de Baker convierte a Plas en un Godzilla con esteroides, un ser imposible de capturar en una imagen fija porque en la viñeta que sigue será 200% diferente. Baker sabe que la elasticidad, factor clave de la historieta, es un plástico caliente.